Vias del tren



Vetusta Morla – Al respirar
http://www.youtube.com/watch?v=z7eJThnGczU

Tarde oscura, cielo gris. No rezumaba ningún rayo de sol en el horizonte. Sentada, en las frías rocas de la playa no se distinguía la fina línea de separación entre el cielo y la mar. Brisa liviana que surcaba mi tez algo clara por el ambiente invernal que se respiraba en aquella ciudad blanca. Automáticamente, como una llamada instintiva de la naturaleza, me incorporé y mis pies echaron a caminar delante mía, guiándome camino arriba, hasta el antiguo puente, tejado del río, con hierros de ferrocarril como vestido. Una necesitad innata me balanceó en mi interior para encaminarme hasta el principio de las vías de tren, hasta el punto de acariciarlas con mis zapatos y apoyarme en el muro resquebrajado de piedra para observar la brillantez y blancura del agua inerte. Sosegada, al contrario que mi respiración ahumada, se movía con una soltura elegante, dejando a los pocos patos que todavía quedaban por marchar en su orilla. Un cigarrillo luchaba por salir de la caja de tabaco, y a duras penas con mis manos torpes y congeladas por el aire fresco, logró su cometido implantándose en mis labios. A la misma rapidez que las alas de un colibrí temblaban mis manos, que, sin saber como, consiguieron hacer chispas en el mechero rojizo para prender humo en la punta del tubo blanco. Tímido, lo escondí de nuevo en mi bolsillo sin agradecer su ayuda ígnea.
Observando la lentitud de las nubes para su movimiento y mi mirada perdida en la nada y azotada por el viento, apareciste fugazmente en mi pensamiento. Nunca pensé que vendrías, nunca pensé que pasarías por aquí. Pero al echar una sonrisa al viento, mientras tomaba una calada del tabaco y le devolvía el aire que me regalaba en forma de humo, dejé caer mi cabeza entre los hombros. Tocando con la barbilla la clavícula, cabeceé levemente mi mente para borrarte. Sin embargo, seguiste ahí, molestando. No fue hasta que aparté mi mirada del rocoso muro, para devolverla al camino por el que había venido, que te vi.
Jadeando por el esfuerzo de la cuesta que habías caminado, estabas ahí, quieta y parada cual estatua de sal que no quiere mirar hacia atrás. Avanzaste con decisión pero cautivamente. Mis pies no obedecieron mis órdenes de permanencia en los hierros ferroviarios, sino que fueron aguardando tu llegada a la vez que se acercaban a tus semejantes. Frente a frente, notando tu aliento caliente, encontré tus ojos oscuros, que se negaban a fijarse en los míos todavía. Creo que encontraron más interesantes mis zapatillas sucias, pero, al soltar la colilla que me quedaba en la mano y poner una de ellas encima, crujiendo el suelo, levantaste tus pupilas hacia las mías. Tus labios cortados por el frío, se colorizaron al posar tus dientes encima y arrastrarlos hacia su posición inicial. Un único segundo bastó para que agachase mis ojos hacia tu hombro y abriese mis brazos para rodearte. Tanto tiempo, tanto tiempo había pasado que ya no me acordaba de tu calidez corporal… Pero aún estabas aquí, aquí…

Ocean...


audiO:http://www.youtube.com/watch?v=LsnFvEQYJPU




Me levanto una mañana, con un océano en la mente... Distintos pensamientos recorren un sendero apacible y frio cada instante. Ideas que vienen y van, que vuelan libremente en el lienzo aun sin pintar de mi cabeza. Ideas que son dueñas de si misma, con forma y voluntad para hacerse entender, capaces de marcharse y no volver...



Me extirpan ramas onduladas, que salen de mi corazon latiente... Se enrroscan unas con otras, casi tangibles y coloridas, formas insinuantes. Ráfagas de sentimientos que contienen desdén y alquitrán, se reflejan desde un comienzo para desgarrar con delicadeza. Borrascas de sensaciones que hacen señas a una brisa, que descargue una tempestad y conseguir suspender el pequeño enlace que me impide disolver, como si se tratase de sal, mis raices oscuras para que dejase de llover...


Cientos de cristales echos pedazos en el suelo producen que mis pies se corten a cada movimiento. No miento, ni niego que muero lento, tan solo que mi abastecimiento no es alimento suficiente para mantenerme el corazon caliente. Un envolvente sonido afable, una melodia que reta a duelo la tranquilidad de mi mente, originando una supernova en el firmamento.




<< En ciertos lugares una miga de pan es mas deseable que un trozo de carne; evitable es el hambre en el mundo, el deseo de que sea extirpable no es comparable a la situacion favorable de muchos.>>




<< Tete >>

¿Continuamos?

Una luz tenue ilumina nuestros cuerpos en mi habitación, dibujando las sombras correspondientes. Estoy sentada en el borde de la cama y tú te encuentras frente a mí, con una camiseta de botones blanca y un pantalón largo negro y ancho, con algún que otro trazado, líneas y palabras un poco inteligibles en colores vivos como el amarillo, blanco o rojo. Los dedos de tus pies juegan con los míos, ambos descalzos. Te acercas a mí y me tomas por la cara, haciendo que nuestras bocas y lenguas se unan durante breves segundos. Te despegas, pasando tus palmas a mi nuca, acariciándola y jugando con mi pelo mientras introduzco mis dedos en las hebillas de tu pantalón para atraerte más. Abres tus piernas para no chocar con mis rodillas y tu estómago queda delante de mis ojos. No puedo resistirme a desabrocharte uno a uno los botones de tu prenda superior. Van saliendo uno tras otro, y a medida que se soltaban tu piel se entreveía, desnuda y lisa. Pausadamente, mis labios rozan tu tez desde el aro de tu sujetador hasta tu ombligo. Termino de desabotonar tu camiseta, quitándotela y quedando de esa manera tus pechos libres. Deposito el pedazo de tela en el suelo, disfrutando de la vista que tengo ante mí. No puedo soportar el deseo que me invade y te acerco unos centímetros más para besártelos tiernamente, notando la calidez que desprendían. Te acomodas en mis muslos y ahí puedo dar rienda suelta a mi boca para recorrer el desierto de tu cuerpo. Se dirige primero a tus hombros, para después acercarse furtivamente a tu clavícula y subir hasta tu cuello. Mi lengua hace líneas imaginarias por él mientras tú te quedas quieta e inmóvil.
Tu vello se pone de punta, lo noto en mis labios al recorrer la extensa estepa de tu piel. Subo hasta tu boca de nuevo para fundirnos en un morreo con lengua en el que tus brazos coronan mis hombros y mis palmas se aferran a tu cintura. Es el momento entonces cuando bajas tus manos, palpando mis pechos y mi estómago, las introduces en mi camiseta lisa color púrpura y me la despojas, haciendo que acompañe a la tuya en el frío suelo. Me acomodo un poco más al interior de la cama y te acuestas encima mía, besándome el ombligo y subiendo por un caminito suave de pelos lisos y cortos, hasta llegar a la argolla de mi sujetador, desabrochándolo por ahí. Liberaste mis senos y en lo que tu lengua correteaba por ellos, mis dedos te quitaron el tuyo. Empiezas a bajar por donde mismo habías ascendido hasta llegar al borde de mis bragas. Coges el botón y la cremallera de mi pantalón vaquero ancho y los quitaste para así poder desprenderme mi pantalón, dejándome únicamente con mi ropa interior inferior. No aguantaste ver mi cuerpo desnudo y cubierto por aquel único trozo de tela, por lo que te viste forzada a quitármelo. Me levanto y hago tu misma acción con el pantalón pero de rodillas en el suelo; cojo tu mano y te llevo hasta la cama, donde te tumbas boca arriba. Una vez allí, observo tu cuerpo falto de ropa exceptuando la zona púbica y mi deseo era demasiado fuerte como para seguir viéndotela puesta, por lo que me puse encima tuya, colocando mis rodillas a ambos lados de las tuyas y me estiré, llegando mi boca hasta tu cuello. Lo baño a besos lentos y suaves, mimé un poco a la clavícula y a tus senos, bajo por el caminito de la felicidad con destino final Monte Venus. Cuando anclé mi lengua en tu ombligo mis manos te arraigan tus bragas rojas y, completamente desvestida, continúo mi camino.


Observo en mi avance, fijándome en tu entrepierna cubierta por vello rizado, protegiéndola. Separo tus muslos un poco, llegando a tu clítoris rozando con mi lengua tus pétalos carnosos. Tus piernas se estremecen y tu pubis se mueve un poco, nervioso. A intervalos voy alternando con mi lengua y mis labios, lamiendo y besando. Turno mi mirada entre tu sexo y tu cara, observando que te muerdes los labios de placer y cierras los ojos de manera intensa. Mi lengua frota despacio tu clítoris y veo como empieza a notarse el brillo de tu esencia entre los labios, mientras masajeo tus senos, entreteniéndome en tus pezones. Después, me incorporo e inicio una escalada con mis dientes por tu barriga, mordisqueándola. Con mis labios rozo tu boca dejando caer besos aleatorios hasta pronunciar uno intenso. Siento tu lengua contra la mía y mis manos peinan tu cabello. Mi boca baja para besar alternativamente tus senos. Es el momento entonces cuando, mientras mi mano izquierda desciende hasta tu sexo ya humedecido e introduzco uno de mis dedos dentro de ti, me besas con más fuerza y pasión. Con un ritmo lento al inicio pero aumentando constantemente la velocidad fui escondiendo y liberando mi extremo. Mi mano derecha deja libre tu pelo para ocultarse bajo la almohada y sacar un consolador color azul cielo. Separo nuestros labios y sonríes al ver nuestro pequeño juguete, lo acaricias y te lo introduces en la boca, lamiéndolo. Entretanto continúo penetrándote y decides sacártelo para encajármelo a mí en mi apretura bucal. Lamo el cachivache y tras varios segundos saco mi dedo izquierdo para tomar con toda la mano el consolador y acariciarte el clítoris con él. Te muerdes el labio un poco y, abriendo los tuyos inferiores, meto el chisme en el interior de tu vagina dos segundos más tarde de darte un beso apasionado. La sensación que recorrió tu cuerpo hizo que tu lengua alcanzase mi campanilla. Una vez introducido lo sacaba y lo escondía rápidamente, girándolo para un mayor estímulo de placer en tu cuerpo. Cuando iba frenando tus manos acariciaron mis pechos y los besó tu boca. Saco el artilugio de tu interior y te pones esta vez tú encima de mí, cabalgándome de forma frenética. Cerramos los ojos, tu respiración se hace de notar y yo me muerdo el labio; notas como un torrente de sangre concentrado en tu sexo, espasmos de placer. Descargo toda mi fuerza en una última penetración y tú aguantas apretando los dientes pero gimes de placer, finalmente. Un orgasmo se escapa de tu boca en ese último gesto. Caes sobre mí y colocándote de lado, te saco el consolador de tu vagina para apartarlo al borde de la cama. Te abrazo y te estrecho entre mis brazos, acerco mis labios a tus oídos y te pregunto:

¿Continuamos?

3.2 bosque


Apocalyptica - The unforgiven

http://www.youtube.com/watch?v=7qr9poAYiJw


Nada más abrir los ojos, la imagen que visualizo y mi cerebro interpreta es la de un bosque amplio y frondoso, de un color verde oscuro pero no sombrío. Poco a poco, mis sentidos van recobrándose. El oído me alerta de una melodía dulce aunque algo lenta y tristona que parece que procede del propio bosque, mis pulmones se dilatan al entrar aire limpio que mi olfato es capaz de obtener. Una suave brisa recorre mi cuerpo, cubierto por un vestido fino negro y largo que cubre hasta los dedos de mis pies, hace que el tacto resurja y tenga la sensación de un toque frío en mis brazos y mi cara, que mi pelo cubra mis hombros y mis pies, descalzos, al avanzar noten el suelo, la tierra entre mis extremidades mas finas y próximas a ella. Camino lentamente, por un caminito casi marcado por una senda marrón aunque con zonas cortadas por verde. El roce de las plantas terrestres esparcidas en mi avanzada me produce placer y relajación, aunque también alguna que otra cosquilla. Mis manos tocan cada árbol por el que pasamos cerca, observando mis ojos con detenimiento cuán grandes son. -pensé. A mitad de mi recorrido, decidí pararme en uno con ramas bajas, un poco alejado del sendero, pero rodeados de sus semejantes. Sus brazos inferiores, fuertes y llenos de hojas, estaban una cabeza más alta que la mía, pero podía tocarlos con la yema de los dedos. Con un poco de impulso hecho por parte de mis pies, conseguí saltar y que mis manos se agarrasen a la rama. Me solté varios segundos más tarde. Entonces me acerqué un poco al árbol y comencé a escalarlo, lentamente, como si no quisiera despertarlo de su profundo sueño… Llegué hasta la rama implícita, donde me tumbé boca arriba, fijándome en las hojas superiores a mí y en los vegetales perennes rígidos de los alrededores. Entre las láminas verdosas, podía visualizar el cielo, y si me fijaba bien, nubes. Fue en ese momento cuando me di cuenta y me percaté de que una sensación extraña invadió mi cuerpo y ocupó por completo mi ser: tranquilidad. Cerré por un instante los párpados y mi oído fue el encargado de captar todos los estímulos del medio exterior, ahora ciego para mí. El sonido del silencio se metió por la oreja, fue más allá del oído interno y en vez de continuar su recorrido marchándose por el otro conducto, se quedó en mi interior. Algunos tímidos pajarillos gorgojeaban de cuando en cuando, y el viento, pausado, mecía suavemente las hojas de los árboles produciendo unos sonoros efectos que también quedaban guardados. El movimiento tardo de las láminas verdes y finas entre ellas, se asemejaba a una conversación entre vegetales. Sin embargo, mi audición no estaba capacitada ante tal suposición en caso verdadero y de entendimiento capaz y audible. Me conformaba con escuchar los susurros del bosque…

Apocalyptica - Angel
http://www.youtube.com/watch?v=FcFOsQOCCjE


Cuando la melodía, aún sonante cobró un toque más presto, mis ojos se abrieron ipso facto, haciéndome levantar mientras soñaba despierta en la rama. En postura erguida, mis piernas se levantaron, quedándome de pie, congelada. Mis pupilas temblaban ante la situación que estaba observando. Una especie de masa azabache, extensa, avanzaba por el bosque, por el camino inicial en el que caminaba. Los pájaros introvertidos piaron con más fuerza que nunca y emprendieron vuelo a través del bosque, alertando. Yo, inmediatamente, salté con un gran impulso y comencé a subir por las ramas, avanzando a través del árbol. Llegué hasta el otro extremo del vegetal, y continué saltando a los troncos de otros cercanos, con una velocidad algo más rápida que la habitual e impulsos desmedidos. Con los pies descalzos sentía el aire vibrar bajo ellos mientras pasaba de los brazos marrones y verdes a troncos altos o viceversa; notaba también el tacto macizo de la corteza de los rígidos vegetales. A pesar de mis desplazamientos a gran velocidad, la viscosa masa negra continuaba avanzando, engullendo todo lo que encontrase a su paso. El cansancio comenzaba a apoderarse de mí y mis piernas flaqueaban un poco. En un despiste, queriendo saber si la masa azabache se encontraba próxima a mí, salté desde unas ramas un poco débiles, que no me impulsaron lo suficiente como para llegar de lleno al tronco del siguiente árbol que se encontraba a mi izquierda, miré hacia atrás un segundo. En el preciso instante en que mi vista volvió a estar acorde con la dirección de mi cuerpo, éste chocó de lleno con todo el costado izquierdo contra el inflexible tallo y provocó una caída veloz contra la hierba y la tierra del suelo. A pesar de mi declive y de una jadeante respiración que me embriagan, vuelvo a mirar a la pastosa mancha negra que avanza con una rapidez cada vez mayor, percatándome de que he de continuar, he de intentar escapar…
Las piernas me siguen flojeando y agarrándome el brazo débil, intenté correr a pesar de mi estado crítico; fue inútil. Mis pies consiguieron llevarme hasta el árbol próximo, a unos veinte metros donde caí. Sin poder sacar más fuerza de una flaqueza inexistente, lo único que me quedaba era sentarme, apoyarme en el cuerpo del gran vegetal y esperar a mi contrincante azabache. La masa negra retrocedió un poco, cogiendo carrerilla y se abalanzó sobre mi cuerpo quieto, con escaso vigor y fuerza, como si se tratase de una ola acuosa, imponente y colosal. Mi cabeza y mi tronco apoyados, sujetándome el brazo izquierdo, una pierna estirada, la otra con la rodilla en alto y parte del vestido rasgado, observé la llegada de mi destrucción final. < ¡Ven, ven a mí ahora que puedes!> -grité. -< ¡Aprovecha ahora para hacerme desaparecer porque de lo contrario seré yo quien vaya en tu búsqueda para matarte!>.
La oscura y mística ola negra cogió entonces más altura y se abalanzó contra mí, descargando furia, ira, tristeza, melancolía, dolor. Sin embargo, no sentía nada, ni un ápice de inestabilidad en mi interior. Creo haber desaparecido definitivamente y tal vez estos sean los últimos segundos que tenga para poder expresar lo ultimo que queda de mi ser, mis últimas palab… < ¡Uahg!> -escupí.
Un coágulo de sangre salió de mi boca, haciéndome recobrar el sentido. Sangre… ¿No he desaparecido todavía? ¿Qué es lo que ha ocurrido como para que la viscosa mancha azabache no me destruyese? ¿Acaso no era su objetivo?

paranoia 13.45



mi aliento se ha marchado, se ha quedado en el olvido, me he perdido, nose cual es mi camino, no tengo ruta fija, qien me guia es el destino; solo pido, que alguien me abrigue si tengo frio, solo pido, que me den agua si ten sed, aunq usted, puede que no comprenda, las atrocidades que he pasado, las marcas que han dejado imprentas en mi piel ; son como tatuajes, de por vida, algunas cicatrices borrosas se quedan para joderme mi autoestima, puede que esto q escriba sirva para algo, mas que nada intento hacer algo para lo que valgo...
No se hacer versos ni rimar, trato de sacar lo mejor de mi y ya está; puede que sol sea imponente, pero no tengo dos dedos de frente, se que mi mente es mas fuerte, aunq no lo intente...
Mira las huellas de mi camino, ahora veo todo el espacio recorrido; alucino cuando me fijo, todas esas puñaladas traperas que me han cogido; me han atravesado toda la espalda, del hombro a la cadera, esto escalda!! paso de ponerme algun vendaje, prefiero aguantar como las rocas al oleaje; soy un caracol hermitaño, mi concha es dura aunq no es grande mi tamaño...




- delirious*

Silence in the room...


Creo que nunca había sentido tanto silencio en un lugar tan revuelto como era esa habitación, con toda aquella gente… Un silencio de ultratumba, donde reinaba un ambiente frío, mortuorio y, puede que un poco miedoso, en el sentido que parecía que nos dábamos cuenta de que la vida no para un segundo, ni si quiera para tomar el ultimo aliento antes de una ida sin retorno.
Impotencia… Impotencia… Sólo eso era el dominante del estado actual de casi todos los que estábamos allí. En algunos se podía divisar un rostro en el que las lágrimas habían brotado desde los ojos, para emprender su viaje por la mejilla, donde el poso de la mano las borró, impidiendo la continuidad de su camino.
Tantas cosas que aprender, tan poco tiempo para hacerlo… Porque, cuando te has dado cuenta y reflexionas sobre todos los momentos vividos, donde has derrotado al coloso invencible e interminable, se revela la verdad: tú no has matado el tiempo, el tiempo te ha matado a ti.

Cuando a veces sentir lleva impregnado el mismo significado que sufrir; cuando del rugir de las olas surgen caracolas para conseguir plasmar el sonido envolvente del mar, hacer durar el ritmo relajante de esa sensación envolvente que lleva la mente de forma tajante a la relajación, bajando la pulsación y latencia del corazón a un bajo nivel; haciendo que inspirar se convierta, de alguna manera, en la forma mas sutil de contactar con la naturaleza, haciendo que espirar sea sacar todo ese odio acumulado, mal usado, que se conserva a tu lado…
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Cuando en un abrir y en un cerrar de ojos tu mundo se difumina y se ve borroso, cual reflejo en un espejo anticuoso; cuando al único movimiento de abrir tus labios sale de tu boca un vapor humeante, gobernante de tu interior, de ese instante interesante que caes frágil al suelo y como consuelo toma un pañuelo, seca tus lagrimas muñequita de cristal que si tu te rompes, me rompes a mi con facilidad, no es tenga fragilidad pero es que mi amor por ti es abismal.
Cuando ríes yo río, cuando lloras yo lloro, pero no me digas que ahora que no camino, te marchas y tu regreso no será pronto; tonto, mi corazón al irse contigo, dime cuando vuelves porque lo quiero yo, no que tu lo tengas escondido.

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¿Qué me cuentas estrellita, te ha dejado la luna?
Jodete, yo también estoy sola (sola), mas sola que la una.







- delirious*

Sofá de arena

De un sobre salto, mis ojos ordenan una apertura presta a los párpados, mientras que, a su vez, mi cuerpo es llevado desde una postura horizontal a una en vertical, completamente erguida. Tras dos segundos de intensa mirada a la nada, estando yo insconsciente y somnolienta, tomo posesión consciente de mi cuerpo, apoyo los codos, produciéndome una clavante sensación en las rodillas, apoyando las manos en mi frente y dejando caer en ellas suavemente mi cabeza. Ella, tranquila pero interiormente algo mareada aún, decide subir un poco y que la palma de mi mano llegue a mis ojos, cerrados, y pueda presionarlos un poco moviéndolos en círculos para despejarme. Vuelvo a quedarme ciega, tapándome con las manos tímidamente ante un mundo desconocido todavía no visto. Levanto mi cuerpo con ayuda de mis piernas, dejo los brazos de forma muerta y noto un ligero picor en la espalda. Al mirar a mi alrededor solo veo un polvo amarillento, grano, y poco más alla de 3 metros delante mía, el mar. -supuse. Giro poco más de 90º la cabeza para poder ver mi parte trasera y efectivamente, era arena. Me sujeté con los dedos pulgar e índice a modo de pinza la parte delantera de la camiseta y la estiré, soltándola 2 segundos más tarde y viendo como un puñado de arena cayente de mi pieza de ropa superior cubría completamente mis pies descalzos. Sentí como un peso, algo pesado, se despojaba de mí y me sentía más ligera, aunque no del todo. Me di la vuelta, hacia donde daba mi nuca y me fijé en algo bastante curioso: un sofá de arena, con el contorno de una figura humana de haber estado hace poco encima. Supuse que era yo, ya que no surgía ninguna otra explicación de mi enorme capacidad para llevar tanto polvo encima y que tal monumento tuviera dicha forma. Atrasé un poco el pie izquierdo y moví la cabeza donde inicialmente tenía la mirada, hacia el mar, pero ésta se fijaba en una gaviota travesera que circulaba al son del viento por allí. Soltó un graznido, dos. Mis oídos detectaron su presencia y mi mirada hizo el resto, analizarla. , cavilé.
Mis caderas giraron 90º y mis piernas me encaminaron hacia la orilla en menos de 6 pasos. El rumor de las olas, el sonido de la espuma varada en la arena mojada y la humedad fría y desoladora que deja el agua salada sobre mis pies me sobrecogió. Iba y venía, volvía a irse y volvía a venir... Me di cuenta enese preciso instante de que mis pantalones también estaban cubiertos de un poco de arena; los sacudí y otro puñado quedó k.o. a merced de la mar envolvedora, que segundos más tarde recogía esos granos para llevárselos hacia dentro y dejar mis pies limpios y frescos. Sin embargo, más pensamientos nublaban mi mente, como el sol cegado por cúmulos mullidos, esponjosos, a veces blanquecinos o grisáceos como son las nubes. En ese lugar, solamente, estabamos el mar, el sillón y yo. Me encontraba justo a mitad de ambos, un pie hundido en la arena suave, algo caliente y reinada a merced del viento; el otro, en arena firme, fría y gobernada por el vaivén de las olas.
Mi corazón decía que me lanzase al mar, que me olvidase del resto y luchara por mi supervivencia; en vez de apoyarlo, mi cabeza me obligaba a quedarme y sentarme de nuevo en ese sillon arenoso, a la espera de un nuevo sueño por el que quedarme tumbada en él.
¿Qué elegir?

Capturar al sol


Me despierto algo somnolienta, me froto la cara con una mano para despejarme y poder entreabrir un poco los ojos... El pelo revuelto se amontona en mi cabeza, dejando a algunos mechones caer por mi cara, haciéndole cosquillas a los labios y a la nariz... Lo recojo con suavidad para más tarde extender mis dedos para recorrer esa mata castaña oscura ceñida a mi cabeza. Decido incorporarme un poco, para que mi vista pueda alcanzar a ver la ventana y dependiendo de la claridad del sol, imaginarme la hora... unos rayos diminutos marcaban la pared conjunta al patio de la comunidad y supuse que seria temprano, hasta el momento en que todo se volvió algo mas oscuro y deduje que unas simpáticas nubes habían intercedido en el trayecto fijo que tenían las prolongaciones solares. Cuando volvi a dejar mi cuerpo inerte en la cama, una de mis extremidades superiores se estiró para llegar a la mesita de noche y tomar con fuerza el despertador: Las diez menos cuarto de la mañana. Automáticamente y con algo de pereza, mis piernas empujaron a las sábanas y salieron a tomar contacto con el suelo frío, y segundos tardíos, con las recién estrenadas zapatillas de andar por casa. Con pocas ganas mi cuerpo se levantó de la cama, que aún tenía esa sensación cálida y haber estado bastante tiempo allí metida. Avancé pocos metros a la izquierda de mi posición para salir de la habitación y llegar hasta el cuarto de baño, 5 pasos más a la izquierda todavía. Sin querer mirarme al espejo, abrí un poco de agua para tomarla en mis manos y hacerla chocar con mi cara y notar una fría sensación, expandida por todo el cuerpo haciendo erizar todos y cada uno de mis pelos y conseguir de esta manera, despejarme rápidamente. Busqué a tientas la toalla que se encontraba colgada en un palo por un lado del mueble-lavabo, hasta que me di cuenta de la inexsistencia de tal pedazo de tela. Con la cara empapada de agua, goteando mi camiseta un poco, caminé hasta un mueble de mi habitación de donde saqué una color marrónclaro y blanco, y borré el rastro acuoso de mi cara. Me fijé en la ventana y decidí abrirla un poco, para que entrase aire y una suave brisa recorriese mi cara ya despejada y mi pelo revoltoso. Subí un poco más la persiana y me asomé al patio, con la mirada en dirección al cielo... El sol brillaba en lo alto, ante un cielo despejado aunque con unas pocas nubes blancas y esponjosas...
El sol había salido y me invitaba a dar un cálido paseo bajo su protección lumínica... Pese a ello, escondí mi cabeza de nuevo en mi habitación y de nuevo, cual niño pequeño que no quiere ir al colegio, me sumergí entre las sábanas y abracé bien fuerte la almohada, deseando mantener ese momento indefinidamente... Capturarlo... Capturar esa sensación, y, capturar al sol...