Correr es de valientes.



Esta noche ha habido un crimen,
mis ojos han mirado a los tuyos
y por poco se matan.
A besos.


No puedo hablar de lo que no sé,
de lo que no he visto ni tocado,
pero mi imaginación da para mucho.
Pensarte es, a veces, suficiente.
Dolían las ganas de verte cada día
y sentir que yo era capaz de parar el mundo.
Por ti.

Y ahora sin embargo, despues de todo,
de nada,
hay cosas que no puedo gritar
y se me acumulan en la garganta.


En momentos como este querría saber
qué hubiese pasado si las alas de una
mariposa hubieran comenzado el huracán.
Ése que tengo aquí dentro guardado,
que tengo miedo a soltar.

Este caos de emociones salta a la vista
que no es normal,
y poner pies en polvorosa
siempre fue un buen recurrso.



El único monstruo que hay aquí
soy yo.

Bro.



No duelen las verdades,
sino las palabras disparadas
por tu boca.
El tacto nunca fue
un punto a favor en
nuestras escasas conversaciones.
Siempre fuimos nocivos
el uno para el otro,
contínuos ataques ególatras.

Quema la sangre que
me corre por dentro;
duele hasta la piel.
Desbordo el dique,
inútil espigón que jamás
halló fortaleza ante maretazos.
 

Arde el cielo clamando una guerra
que daba por sentada,
pero al menos hoy
no hay bandera que hizar
ni espada que empuñar.
Todas las batallas están ganadas
hasta que tú mismo decidas perderlas
por orgullo.


Pero está claro que tú no vas a cambiar,
y yo ya estoy harta de escribir siempre
las mismas líneas.

Desidia.



El canto de las bestias
que guardo aquí adentro
es cada vez más intenso.
Se adelantan a mis pies
y tengo que cambiar de zapatos
para no dejar huellas visibles
a la inmensidad de tu angustia.
Ondean las cicatrices
por esta habitación
color melancolía.
Desprende desidia.

No hay remedio
para este desazón,
cada vez más adentro,
más intenso y real
de lo que quisiera imaginar.
Me pilló de imprevisto
y aunque lo hubiese sabido
no creo que terminase
de manera distinta,
porque si en el destino
estaba escrito,
habría tomado yo lápiz y papel
para reeditarlo.


¿Y qué vamos a hacer ahora
cuando me estoy casi ahogando
y esta piscina sólo te llega a la cintura?

Tarros de miel.



Ojalá estos ríos
fueran a dar a tu mar
en calma,
como tantas otras noches
recurria a tus abrazos
y a las medias palabras
antes de dormir.

Ahora que no estás,
ahora que la distancia
entre nosotros
es                                                                         cada vez                                                            mayor,
sigo sin juzgarte.
Para mi siempre tendrás nervios
por llegar tarde,
y amarás la pasta por encima 
de todas las cosas. 
Me quedaría más noches 
conversando hasta las mil,
para luego quedar calladas
con cervezas de por medio.


La ternura que guardábamos
bajo las sábanas
se conservará en tarros de miel,
que saborearemos mejor
con el paso de los años.




Nyaw ~

Vocales cerradas y mente abierta.



A veces logras resucitar
a la bestia dormida
que calló durante décadas
ante el colapso del imperio.
Las miradas tóxicas que cruzaban
por las puertas abiertas
eran necias a las distracciones
de tus actos insolventes.

La fuerza de la gravedad
estuvo a punto de separarnos
pero con el mordisco de una manzana
todo sabe más dulce,
aunque existen ocasiones
demasiado ácidas.

Podría orbitar inconscientemente,
hasta llegar a altura justa
de tus ojos
para encontrar las respuestas
que jamás me diste,
que tampoco pregunté,
y me daba miedo oír.
La tensión se acumulaba
entre mis dedos por cada
sonrisa que llevaba escrito mi nombre,
hasta que de bruces cayó
mi demencia.
No tengo sueños para inmolar
por besos sin remitente.
Es tiempo de ver a través de mis pupilas.



Ya no soy una criatura de este mundo.