No hablemos de principios, sino de finales.



Hay primeras veces que no se olvidan,
y  despedidas que te clavan las uñas en la piel.
Este cuadro de errores
está ahora un poco menos sucio,
sin tanta cerveza en mano
y un corazón más apretado.
Las palabras se deshilachan entre tus dientes,
perezosas y desorientadas,
y esta melancolía que contagio
se estropea con tanta frecuencia
que soy la mejor a la hora de
soltar gilipolleces por la boca.
Las dudas hicieron el amor
lamiendo nuestros secretos
y arrancando la velocidad
que golpeaba nuestro pecho.
Y es que esta adicción
a los paracaídas
hace que no exista distancia
de seguridad.

No pienso recordarte con ropa.
Aunque
te quedaba genial ese vestido,
pero ni punto de comparación
con la luz de las velas.

Looking up.



Me quemo los pulmones
por fumarte tan lento,
las noches se me hacen largas
y nuestros nombres extraños.
Hace tanto frío ahí fuera
que prefiero desgastarme 
la sonrisa 
entre papeles mojados
y estos labios secos.
Pero hasta donde me llegue
la lengua
seré capaz de quererte,
y si hace falta
permíteme
fracasar en el intento,
una noche más.

Cerrando sesión.


Cuando las lenguas ciegas
quedan amordazadas
comenzamos a beber de
secretos foráneos.
Hay poetas de hambre
y pobres sin nombre,
hombres que no dicen nada
y palabras sin dueño.
Te fumo,
y maldigo estas
noches de presentimientos,
deshojando fantasías
que no llegan a puerto seguro.
Son las abogadas del mar
repletas de soberbia
quienes trovan melodías
a unos oídos que dejaron
de escuchar hace mucho tiempo.

Pero no quiero interumpirlas,
a veces es mejor comerse el veneno.

Lo importante no es que vengas, es que vuelvas.




Esta esperanza será ceniza,
una parte de mi utopía personal
en esa ciudad donde siempre llueve
y los lamentos flotan a duras penas.
Todo se vuelve un campo minado
repleto de enigmas voraces
y  bocas llenas de sangre.
Ventanas nuevas por donde
los suspiros se escapan,
nace un olvido insoportable
y se inventan miradas.
Las espinas se secan,
las palabras marchitan,
los párpados pesan
y te quedas inmóvil,
                   en calma.
Y es que cuando es el pájaro
quien cruza el silencio,
empiezas a llorar mentiras
y yo a soñar verdades.
Pretextos que pululan por
el ambiente,
que palpo,
que siento.
Y leo que
el mundo tiene sentido
cuando tenemos hambre
y terminamos comiendo del aire.

El naufragio.



El calendario se congeló en tu cuerpo
con cierto aroma a whisky.
Estábamos tan borrachas
que fuimos gigantes por una noche,
desamueblando pensamientos
y destilando intimidad.
Los sentimientos estaban sucios,
mutilados y desnudos,
se estrellaban entre ellos,
entre vuelta y pared.

Muerta de sed
y vomitando excusas,
pero en el fondo deseando
que fuera yo quien liderase este naufragio.
Siempre fui amante de la velocidad,
por eso era adicta a tus curvas
y aliñaba cada suspiro
con una batalla más ganada.
Ojeras justificadas,
y un desorden más frío
que esta puta vida
con fallos de guión.

Las uñas llegaban hasta el suelo
tiritando de sudor
y tú,
borrosa,
te buscabas a gritos.


Pero al final fui yo
la que terminó encontrándote.

Entre comillas.





El desierto de tu espalda
es el lugar ideal para quedarse
a vivir una temporada,
alejada de estas paredes
teñidas de melancolía.

Muerde estos versos
y lame mis heridas,
que estas alas están cansadas,
ensuciadas desde el alma.


Todas las miradas que no me dedicas
me las guardo en el bolsillo
para canjearlas en alguna
taberna con hielos.


Yo me quedo de piedra, y tú, ni te inmutas.

Idiota.


¿Acaso eres capaz?
No tengas miedo de contarme,
sino de que la historia sea demasiado corta,
que un suspiro se quede a mitad de algo más.
Cuando te siento es porque
tengo los ojos abiertos.
En este mundo todos somos raros, y
poco fue lo que nos costó conquistar Troya.
Da igual el peso que me pongas en la espalda.
He nacido Atlas.

Marenostrum.

Ben Howard - Gracious


Miradas que queman ropa
y que calientes estos pies de invierno,
que estas curvas que no sé cómo agarrarlas,
y me suele pasar que a veces
los silencios rompen las palabras.
Que a veces cuando más, menos,
y de haberlo sabido habría sido distinto.
Los besos de buenas noches mejor en diferido,
porque hay cosas que se pierden
y otras que se olvidan.
Creo que no lo sabes,
pero estás a punto.
Las horas que no te dedico me las guardo,
que la delgada línea entre tu mano y la mía
ordenó fuego sin discreción.
¿Quién cojones es la vida
para decirme cómo me tengo que sentir?
Me como el mundo,
y lo que queda en el plato.
Porque amar es ser lo que se ama, y
la honestidad es un arma que muy pocos saben manejar.


Nadie estuvo tan cerca de la verdad como Ícaro del Sol.

Enemies.

Hay mañanas en las que el sol te da la espalda,
y otras en las que te levantas tan tarde
que los delirios forman parte de esa realidad.
Y no soy yo quien está de más.
Para qué esconder y omitir
que eres tu peor enemigo,
que cada vez que saltas
la piedra en la que caes lleva tu nombre.

Barcos de papel mojado.



No logran romperse los silencios
entre respiración y respiración,
tímidas, deambulantes.
Oyuelos que reviven incendios
en este mar donde la flota
cada día se hunde más.
Palabras que pierden el norte,
pero qué te voy a decir yo
cuando sabes perfectamente lo bien
que se está en el sur.
Las caídas en picado corren a mi cuenta,
aunque yo nací para ser nube.
Y no sirven de nada los círculos viciosos
de miradas y sonrisas a traición,
porque cuando suena el timbre de la
vergüenza,
yo no sé a quién llamar.


Creo que es hora de empezar a romperse
y que sea al unísono.

Filos.


Quemar los mismos patrones
que creamos en cada mundo,
y correr con pies descalzos
evitando los cristales que
nuestras almas se lanzaron.
Languidezer en mitad de un atardecer
y que las sombras nos encuentren
medio sonriendo a un sol que
anda medio vacío en el vaso.
Y lo cierto es que es complicado
entender las señales que ves como
simples esponjas de humo
sin perfiles nítidos.
Las máscaras prevalecen
y los sentidos se ocultan,
los graznidos del muelle despiertan
las inquietudes inertes del ayer,
para que pululen entre esquinas
que jamás tuvieron nombre,
ni dueño, ni ser.