Cero42.

Busquemos las verdades
debajo de las sábanas,
la punta de un iceberg
no me parece suficiente.
Podemos no acertar a la primera
y no llevar trajes de etiqueta,
lo importante es arreglarse
por dentro.
Fumamos ideas y las desechamos
como un amor pasajero,
dejando las ventanas cerradas
a cal y canto,
arena y llanto.

Voy a esconder en el subsuelo
los secretos que gritan tu nombre.

Vivir de amor.


Desgastamos los kilómetros
aposté al doble o nada
Es duro intentar entender que
a estas alturas todo me da vueltas
y aún así no sienta vértigo,
porque podría casi matarme
si cruzo este precipicio de dos saltos.
Las conversaciones rotas
ganas que duelen,
planes a medio hacer y
una historia más que contar.
Tengo miedo de soltar este huracán
y me arranque las ideas de golpe,
desplome los muros
y no sepa dónde ir.

Eres el mayor defecto que llevo conmigo
y este caos de emociones no ayuda,
precisamente.

De cabeza.



Lo cierto es que se está mejor
con alcohol en la sangre,
porque para quemar la utopía
con la punta de tu cigarro
hace falta suspirar recuerdos,
tener las heridas bien abiertas y 
unas cuantas palabras suicidas.
Y serás la mejor madre para este huérfano verso.

Sin plata ni balas en la recámara
sigo respirando
porque aún tengo cosas que contar.
Quiero movimiento,
un quizás que tal vez pudiera ser.
Ideas que vienen, anidan, se quedan
y no se van.
Porque en este metro cuadrado 
de infinitas inseguridades
queda aún espacio
para algo más.

No me tropezaré con nada que no pueda resolver a solas,
y si colecciono piedras del camino
es por si tengo que ponerlas de nuevo.

A veces con el suelo de cerca se aprecian mejor las cosas.

Caminos a Roma.

Fue una tragedia griega lo nuestro. El amor se estrelló en la esquina equivocada y nos desangramos como toros. Una parte de mí se pudre en un ciclón de pensamientos, en universos paralelos, en realidad, donde las consecuencias duelen. Sigo aquí luchando contra el frío que sienten mis pies, con un "quizás" en la mente que terminará muerto como el cigarro que descoso en los labios. ¿Sabes? Lo mejor de todo es que no tienes ni puta idea. Y creo que ésa es la parte que más me gusta de todo esto.

Estaciones.


Pienso en ti
todas las noches
que tu piel no toca la mía,
y sé que al Barça
no lo supera nadie
pero formábamos un buen equipo.
Al toque,
de tu boca a la mía,
y me toca otra vez.
Cada asalto
una herida nueva,
los bolsillos vacíos
y una bolsa de pipas
a estrenar en algún banco.


A esperar el tren de las menos cuarto.