Buitres y carantoñas

Nos acostumbramos a asumir nuestros errores
como si fuesen culpa de los demás,
y siempre hubo un listo que se creía
más listo que nosotros.
Se multiplicó para hacernos pensar
que al ser más listos
nosotros seríamos más tontos.
Pero al girar las tornas
ganamos la partida,
no por ser listos
o menos listos,
sino por jugar con el corazón
algo herido y cansado,
pero que respira con aire de cambio,
con ganas de no sentirse oprimido.