Noches como ésta



Tengo las manos manchadas
de rebuscar por mis adentros,
intentando encontrar
un hueco para hacerme
un bicho-bola.

Esta sensación de velocidad
me deja con un nudo
justo detrás de la lengua.
Como si fuese a matar
los pensamientos rotos.
Yo, que no soy de romper platos.


Desde la primera cerveza hasta la última,
todas las botellas están llenas de recuerdos.
Habrá que seguir bebiendo en noches como ésta,
que las buenas costumbres no se pierdan.

Tanto como yo.




Echa un vistazo a tu alrededor
y dime si ves lo mismo
que Focault:
"el hombre y la vanidad
mueven el mundo".
Estoy cansada de jugar
a ver quién le echa
más huevos
al asunto.
Con varios chupitos encima
todo es siempre más fácil,
qué mérito el tuyo.

Repítemelo de nuevo.
Que nadie te ha querido,
al menos, tanto como yo.
Y que nadie me ha soportado
como lo has hecho tú.


Y todo

para terminar siendo

una puta fecha del calendario.

A corazón abierto



Me preguntas si he amado.
Me preguntas si te he amado.
No me apetece remover las cenizas
y no voy a negar nada.

Sólo me quedan palabras
de esta vida sonámbula
entre dados y vinos y mujeres,
probando de todo,
ciega.


Jamás había andado sola por el mundo.
Porque el mundo había sido nuestro mundo, y tú te hiciste cargo de mandarlo a la mierda.


Nadie se propone dejar de amar,
aunque te esté destrozando por dentro.
Aprietas los dientes
y caminas
repitiéndote
que todo irá bien.

Pero he amado.
Mucho.
Con los ojos cerrados
y a corazón abierto.
He amado.
De manera insensata
y violenta,
al borde de la autodestrucción.
¿ Y tú,
dónde estabas?