Improvisé una huida
sin despedidas,
me inventé
una bomba de humo
de inercia suicida.
Porque pensaba
que moriría por verte
y de lo que muero
es de las expectativas
que a veces inviertes.
Eres un accidente bonito,
sabía que arrasarías
y no me aparté.
Te recibí con los brazos
completamente abiertos
en medio de la tormenta.
Y aunque no siempre
existan los finales felices
merece la pena
tener una bonita historia
que a veces
te arranca una sonrisa
cuando haces memoria.
Todavía dudo si
tomaste tú la decisión
o el miedo a volverte
vulnerable.
No supimos
quedarnos
ni qué darnos,
y todo
se quedó en un quizás,
tú diferente,
yo distinta,
con otras prisas
y con menos heridas.