Coward.

Puños que se alzan al fuego, palabras que quiebran el Ártico. Balas de goma que atraviesan paredes y autopistas dirigidas hacia el infierno. Lágrimas que rebotan en el suelo y lagos teñidos de gris, un cielo que llora sangre, que se muere por vivir. Miradas de doble filo buscan otoños que tartamudeen ojas perennes, lenguas sedientas de una salida estupefaciente. Nervios que nacen mientras las historias se hacen, fruto de jugadas en las que el rey tiende a enrocarse.


Guiños cómplices que acompañan al café mientras se apagan las velas del pastel. Manzana gravitatoria que esquiva las flechas de Guillermo Tell, fomentar un juego no basado en ganar o perder. Olvidar los martes negros, y buscar en algún rincón un poco de esperanza; sentirse como gato en el tejado esperando a que el sol salga.


Horas que dan paso a una vetusta decadencia
Bonsai que se nutre de tierna impaciencia.

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