Accidentes bonitos

Improvisé una huida
sin despedidas,
me inventé
una bomba de humo
de inercia suicida.
Porque pensaba
que moriría por verte
y de lo que muero
es de las expectativas
que a veces inviertes.

Eres un accidente bonito,
sabía que arrasarías
y no me aparté.
Te recibí con los brazos
completamente abiertos
en medio de la tormenta.
Y aunque no siempre
existan los finales felices
merece la pena
tener una bonita historia
que a veces
te arranca una sonrisa
cuando haces memoria.

Todavía dudo si
tomaste tú la decisión
o el miedo a volverte
vulnerable.
No supimos
quedarnos
ni qué darnos,
y todo
se quedó en un quizás,
tú diferente,
yo distinta,
con otras prisas
y con menos heridas.

La Luna

A veces
miro fijamente
a la Luna.
Observo cómo
es capaz de brillar
y que se note
a kilómetros,
que su aura llegue
hasta mis pupilas.

A veces
brilla tanto que
parece estar cerca.

Ojalá tú también.

Espuma y olas

Si cierro los ojos,
si los cierro lo suficiente,
creo recorrer las millas
de tu cuerpo
con mis dedos.
Esa piel tan delicada
que se eriza
con un solo suspiro,
que me llama
a destiempo
y se escapa por bulerías.

Hay noches que,
si cierro los ojos,
siento un susurro
desde la distancia,
que espera
estos besos
queden huérfanos
y se hundan
entre las sábanas
en lugar del salvapantallas.

Si los cierro lo suficiente
puedo oler el verano
colgado de tu pelo,
aunque sea pleno invierno,
y el amanecer
nunca ha sido tan bello
como en el reflejo
de tu mirada.

Y aquí estoy,
entre la espuma y las olas
con los ojos abiertos.

Negligencia

Un poema con sal,
un plan suicida,
Saltos de fe
para situarnos
en una calle sin salida.

Con el viento de frente
y dudas a la espalda,
tiemblo al morderte,
se me ensancha el alma.

Sintetizar
el fin de la partida,
ya no echo de menos
todas esas manías.

Con el viento de frente
sin la sonrisa amarga
una visita fugaz
que rompe a este pecho,
una revolución
para negociar la paz.

Te prometo

Te prometo
no dejar que
me gobiernen
y escucharme
atentamente,
que me levantaré
aunque cueste y
ser responsable
de mi presente.

Llámalo

Las piezas del puzzle
encajan por sus huecos
y lo cierto es que
mi cabeza va
a la perfección
entre tu cuello
y la clavícula.

Esa sensación
de llegar tan alto
que casi da vértigo
cuando escucho tu risa
y los nervios se adormecen
en mi pecho.
No sé si es el café,
la falta de sueño
o que simplemente
estoy bajando la guardia.

Llámalo como quieras.
Pero llámalo.

Fugarme conmigo

A paso lento,
acumulando nervios
por momentos,
plegando heridas
a tan sólo
una calada de tu aliento.
Ahogando caricias
cada vez que pienso
en tu risa excéntrica
y usar tu mirada como lienzo,
libre como un pájaro
que no se ha cansado
de volar en contra
del viento.

Me sorprenden
estas ganas repentinas
de hacerme hueco
en tu pelo
y a ratos me apetece
querer fugarme conmigo
al estilo Thelma y Louise.
Esa sensación,
como si nada de tiempo
hubiese pasado
por nuestras pestañas
y las retinas conserven
cada uno
de los buenos momentos.