Para qué, para qué ladrar cuando no tienes hogar que proteger. Es innecesario levantar las manos en busca de lluvia que te empape en un día tan soleado como el de hoy. Sacude esa desazón que te recorre el cuerpo de punta a punta, malgasta las horas que te sobran. Derrocha. Guarda el hálito que se te escapa después de cada frase, quizás lo necesites más tarde.
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