Es hora de correr.



Acércate
que no retrocedo,
que nos quedemos a oscuras
sin nada que decir
para escuchar 
a estas razones,
que desconocen cómo
han terminado latiendo
de esta manera tan insensata.
Creo que deberíamos
poner pies en polvorosa, 
donde nadie nos encuentre, 
y suicidemos estas ganas
que tenemos de vernos. 
Que los fantasmas se disipen 
entre el polvo de nuestros planes,
la noche se hace larga
y los días empiezan sin ti. 
Quédate una hora más
en estas sábanas
que arrugan tu figura,
prometo no decir nada
hasta que el sudor empañe
nuestras pestañas.


No sé qué hemos hecho,
pero el fuego está cada vez
más cerca.

No hay comentarios: