Entre sueño y sueño


Te echo de menos. Pero de verdad. Como todas las veces que te lo he dicho. Te echo de menos 24 horas a la noche. Me he acostumbrado a las arrugas que dejas en la cama al levantarte. Por eso casi nunca me apetece hacer la cama. De una manera u otra volveremos a enroscarnos en ella. Es costumbre tomar tu piel como primer desayuno, y que el café tenga tu sabor. Sigo extrañándote, entre sueño y sueño. Entre mis labios y la sonrisa que escondo cuando te veo. Y si las cosas pasan, es por algo.

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