Acogida por inseguridad...

Contemplo un grande y exuberante bosque verde ante mí, una insignificante pieza más del mundo. Voy descalza, con un vestido negro hasta más debajo de la rodilla, grande, amplio… Dejando pequeños espacios de aire entre las líneas de mi cuerpo y el tacto telar de la pieza de ropa que colgaba. Camino y me adentro en la profundidad del mar verde y marrón que hay en torno a mí, observando cada uno de los árboles y sus ramas, los pajarillos que pasaban aleteando junto a su silbar particular. Llegando casi al corazón del bosque, la hierba y la tierra comenzaban a tornarse a un color cada vez más suave y sutil, más delicado y cuidado, como si hubiese algo protector en el epicentro.Una brisa fresca y agradable recorrió todo mi cuerpo, enredándose en mi pelo y correteando por mis pies, en cuanto mis ojos pudieron observar un pequeño árbol, parecido a un sauce, rodeado de agua. Más allá de ésta, continuaba la hierba y después los árboles; tanto en línea recta como alrededor. Mis pies me condujeron con algo de miedo y prudencia hasta la orilla del gran charco poseedor del sauce, donde se pasó la absurda idea de nadar hasta él por mi mente. ¿Por qué iba a hacerlo? Es simplemente un árbol… Otra brisa, esta vez un poco más rápida y fluida invadió mi cuerpo, y éste, reaccionando a su llamada, se abalanzó unos pasos dentro del agua y profundizándose en ella. Sentía la tranquilidad del agua en mi cuerpo, tan sólo la piel se interponía que esa relajación me invadiera. Apenas me quedaba aire, pero estaba cada vez más cerca del sauce, así que aguanté un poco y cuando saqué la cabeza del agua totalmente y mis pies tocaron la tierra, observé al anterior pequeño sauce convertido en uno mas robusto y enorme, daba la impresión de ser el más fuerte de todos los árboles del bosque, como si fuese el corazón. Con largos pasos salí del agua, introduciéndome en otro tipo de serenidad más acogedora… Me fijé en sus hojas, largas, que me rozaban casi el pelo. Caminé un poco mas cerca del árbol, tocando sus ramas, y mirando el interior de su copa. Parecía un lugar bastante protector, y decidí por instinto acercarme a él, sentarme en un hueco, debajo de sus ramas donde miraba al frente y solo las veía a ellas y una pequeña parte de agua… Mis ojos se cerraban, dando comienzo a unas solitarias lágrimas que comenzaban a caer lentamente por mi mejilla, hasta llegar a la mandíbula y caer en la ropa… No había nadie por allí cerca, pero mi mente notaba que ese lugar tan cálido y acogedor era el que había estado buscando desde hace mucho tiempo… Sentía unos brazos imaginarios que me abrazaban por detrás, dándome seguridad y confianza. Las lágrimas cesaban a medida que mi mente se evadía algo más allá de aquel lugar; simplemente quería permanecer aquí, el tiempo que fuese no me importaba… Esta tranquila, serena y acogedora sensación hacía tiempo que no la sentía y ahora que lo hago no quiero despegarme de ella… Quiero quedarme, quiero continuar estando aquí… Aquí