Tengo un secreto, está en la punta de mi lengua, detrás de mis pulmones. Voy a guardarlo, porque sé algo que tú no sabes.

El silencio me come, es un devorador agresivo, un lobo que me espera a la puerta de casa. Me arranca la piel a tiras. Es como un cáncer, la enfermedad podría ir a peor; es una angustia que podría llenar un mar por completo. No puedo dormir por las noches... es una maldición. Intento enterrar mi respiración, pero no consigo mantenerla mucho tiempo. La cabeza me da vueltas, es lo único que sé. Puedo aparentar estar alegre pero me pudro por dentro, la única manera de que sonría es que me cortes de oreja a oreja.

Me ahogo en el mar, como si fuese un ancla que carga con su propio peso y el del resto. No espero ir al cielo, no algo en lo que crea, simplemente espero ir a un lugar mejor y poder obtener respuestas a mi origen. Mis piernas han caminado demasiado, más lejos de lo que jamás pensé que llegarían. Incluso mis pulmones comienzan a desfallecer, comienzan a dolerme, pero no voy a renunciar, voy a salvarme a mi misma de mi propia destrucción.
Estoy atrapada dos metros bajo el suelo y, mientras me ahogo en mis palabras, puedo saborear el fracaso en mis labios. Pero no es demasiado tarde, nunca lo es. Cierro los ojos y puedo notar todas esas cicatrices que han ido marcando mi vida, a pesar de que el barco se hunda y que quizás esta noche no vuelva a casa, queda esperanza para mi.

No intentes de aliviar el dolor con pastillas ni coterapias, se cura desde el propio interior. Es un sueño que creamos nosotros mismos y del que, algún día, deberemos despertar.

Tengo un secreto, está en la punta de mi lengua, detrás de mis pulmones. Voy a guardarlo, porque sé algo que tú no sabrás.

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