Machacar el hielo.

Quisiera arrancarte una a una todas las palabras que cuelgan de tu boca, que sangrases melodías interminables por todo el suelo. Que tu mente te viese tal y como yo te veo, que tus ojos tuviesen mi punto de vista. Estar donde estés y que aún así se me erice la piel cuando te encuentras lejos. Es difícil de expresar, de explicar, de sonreír a pesar de que no estás. Es difícil resistirme a saborear el horizonte de tus labios, a masticar tu lengua de chicle, a beberme tus ojos de cocacola.

Quiero descubrirte, y que me descubras.


No me importa derrochar el tiempo que tengo pensando en tí y en las pequeñas mímicas de tus labios. Tu mirada huidiza y tus manos descaradas que recorren mi alma son más que razones para que lance suspiros al mar.


A veces creo no conocerte, me sorprendes con tus gestos repentinos y fugaces. No me das tiempo a reaccionar, pero me limito a contestar con caricias. Qué más me da. No quiero dar explicaciones, no quiero decir lo que siento. Me expreso mejor con gestos que con palabras, si es que no me sube una vertiginosa verguenza por los pies. Todo con una fría cerveza al lado sale mejor.


Quisiera llevarte por el camino de la exasperación, que los nervios sean los que llenen tus arterias y tus venas. Que tu corazón dijese mi nombre a cada pálpito, que sangrase infinitas melodías que desbordasen el barco...



Pero mi capitán, el barco zozobra...

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