Cierre.

Tendemos a cerrar cosas por naturaleza, y sin embargo no se nos pega la costumbre de abrirlas. Un cajón lleno de recuerdos, un armario repleto de las antiguas pieles que solías llevar y en cierta manera te marcaron, una recóndita caja, escondida debajo de la cama durante años que contiene la sonrisa que hoy llevas delante de ella. Son recuerdos lo que esparcemos al mundo entero y lo que a nosotros llega, pero tan pronto queremos como igual de rápido se nos olvida el afecto.


Calma las ansias de ese corazón que remolonea en tu pecho, calla la aprensión que te grita al oído. Recoge las perlas de sal que esparces por el suelo y lánzalas al aire en un arrebato de júbilo. Prepárate para dejar la ventana entreabierta. A la de una, a la de dos...
A la de tres.

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