Espiral del silencio.



Dibujar esa sonrisa traviesa en mitad de la oscuridad que origina la noche. Traducir tus miradas en ilícitos y cómodos pactos. Evitar el desahogo que producen los silencios a cambio de dóciles caricias. Deshauciar los miedos que viven dentro de tu bomba cardíaca, despojar todas las armas que tengas hasta que quedes desnuda ante mí. Dispersar los besos que escondo por el contorno de tu espalda, y que aprecies aquello que los ojos son incapaces de ver. Alientos líbidos que abocan al abismo de tu figura. Devórame.

Estrangula mi espalda con tus uñas, degusta el aroma de mi piel mordiendo tu piel. Zarandea tus caderas para mí, demuéstrame que sigues viva. Rehusa de trucos y cartas, desecha cualquier As de tu manga. Llámame necia por querer descubrir el ímpetu que guardas. Idealiza la quimera de esta mente ingenua, inconsciente de cualquier imprudencia. Arráncame el temor a equivocarme. Extirpa cualquier idea absurda que me ronde por la cabeza. Sujetaré tu abatimiento con mis brazos, hasta que remonte el vuelo. Quemarme en las cenizas de tus llamas y volver a nacer, a expensas de vacilar un instante.


Huellas que derivan en un océano desconocido.
Lo que tu no sabes es que yo soy una pirata.

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