Linternas rojas.


Tiemblo, de pensarte. De saber que esta noche me espera un hueco en la cama, y que es tu silueta vacía del ayer. Quieres hablar de nimiedades, de cómo te ha ido el día, qué he hecho yo, si el albor del cielo era más bonito que el crepúsculo. Pero mientras, esta pequeña mente insensata recae en el mismo pensamiento absurdo que a todas horas se cruza de esquina a esquina: por ti ha perdido toda la razón que le quedaba. Necesita pensarte como el café a las mañanas, el cigarro a posteriori del sexo. En mis sueños te apareces con la misma asiduidad que al alba, y sabes que te extraño, tan bien como tú lo haces. Quiero exprimir estos sentimientos que coagulan en mis venas, entorpecen mis sentidos y regalan palabras a una boca llena. Tu hálito me pone nerviosa cuando me besas mientras hablo, pero sabes que me encanta, tanto o más cuando sonríes antes de conectar tus labios con los míos.



No puedo decir otra cosa, más que te necesito a mi lado.
Tanto para que me acaricies, como para conquistar el mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sexy