Monstruos.

Hace ya algún tiempo que di contigo, una noche entre cervezas y carcajadas espontáneas. Sobraban los nervios, pero para qué el miedo. No me acordaba de la sensación vertiginosa en el estómago; estar mirando al vacío desde la azotea de un rascacielos me parecía demasiado fácil. Los días pasaban lentos y más las noches, hasta que olvidaste tu ausencia y el calor de mi cuerpo impregnaba al tuyo. Tardes de sillón, de siestas, de todo aquello que nos apeteciese. Noches reversibles a nuestros antojos, cualquier capricho era viable. Evitamos caer en picado con nuestra mente, dando libertad a nuestras manos. 
Líneas que dibujábamos en el cielo, figuras deformes a las que nuestra imaginación daba sentido. Malabares entre sentimientos , y sin embargo, aquí estoy, encima de una nube recorriendo medio mundo contigo. Traducir tus gestos es un jeroglífico que estoy dispuesta a decodificar, porque tus miradas me pueden, y tus palabras son el aire que tengo para respirar. 


No sé a qué esperas, porque aquí me tienes, expectante a cada uno de tus movimientos. Quiero dejar de lado las incertidumbres, que la espontaneidad siga reinando en este mar revuelto, que sólo tú y yo podamos ponerlo en calma. Porque sabes que mi destino favorito sería el infinito, como mínimo, hasta la Luna de ida y de vuelta. 

Porque sabes que mataré monstruos por ti.

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