La historia de una hache que aprendió a volar.



Ojalá pudiera verte en una noche como esta,
o al menos escuchar tu voz;
que me esperases en esa cama medio vacía
y yo te emborrachase a besos de cerveza
mientras tú te limitas a darme seguridad 
entre tus brazos.

Y es que esta respiración
entrecortada
necesita de alguien que 
la controle,
que inspire por ella.
 Tengo claro que la inseguridad
 es un estado constante en tu
pensamiento y en el mío 
que cultivo día a día.

Por supuesto que tengo miedo,
tengo miedo a querer de nuevo,
de que me hagan daño
y no recibir nada a cambio.
La reciprocidad es, a veces,
demasiado subjetiva.
Pero aún así me gusta arriesgar,
aunque ello suponga no ganar.
No tengo mal perder
pero si algo tengo claro es que 
esta noche no me gustaría más otra 
cosa que me envolvieses entre
tus brazos y me protegieses
de los monstruos.
Como antes, como siempre.

Estaría dispuesta a equivocarme de nuevo
si las dudas no errasen mi universo.
Porque sé que me quieres,
y que mi amor por tí se escribe
con hache.

 
Con hache de herida,
hache al fin y al cabo,
hache de pensar en algún instante
"te hamo".

No hay comentarios: