A medias tintas.



Duerme,
porque es lo que te hace falta.
Desconecta el cerebro,
aunque ya sé que mientras estés
entre las sábanas no podrás evitar
pensar.


Y parece que cuanto más miedo
más desorden causas en mi mente,
y no puedo evitar calibrar
la intensidad con la que 
los nervios me encogen el corazón.
Quiero sentir cómo mi cuerpo
se mezcla con tus pensamientos,
y que tu piel expire el sudor
que de la mía no hay cojones de echar.


Las oportunidades no son gratis,
y te las tienes que ganar.
Pero más rabia me da ver cómo
las desaprovechas a cambio de
palabras vacías, haciendo
una apología al quebranto.
Y el momento en que seas capaz
de tocar a mi puerta sin vergüenza
por el simple hecho de ver mi sonrisa
tras una cortina de perplejidad,
quizás sea yo la que ahora
ya no esté en casa esperando.



Pero sigo intentando creer en ti,
en lo que una vez me susurraste y me hace palpitar.

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