Taste.


Podrías lamer mis versos
con la lengua más descarada,
y yo conseguiría que te corrieses
en todos los puntos que dan
final a cada verso.

Dejaría que la piel se me erizase
al contacto de esas páginas
que explican la creación del mundo
y tu conquista por los siete mares.
Pero no soy de las que saben 
controlar las situaciones,
y si me desboco por tu boca
no es un simple antojo sabor
a chocolate por mi lengua.
Te mostraría los recovecos
infinitos de mi figura angosta,
que disfrutases del apaisado
cuadro de mis pechos
y descendieses hasta darte de bruces
contra el monte Venus,
decidieras escalarlo y cuando
llegases a la cima entonces,
deberías haberte abrochado ya
el cinturón de seguridad.

 
Porque al principio puede
que no muerda,
pero en el culmen y anhelo
de saborear el deseo que
zozobra por cada uno de tus poros,
te aseguro que las marcas del león
merecerán la pena.

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