Te he buscado en caricias ajenas,
por calles de delirios,
entre las miradas más oscuras
y el tacto más áspero.
He tratado de romperme el corazón
de mil maneras,
cada una diferente,
para terminar llegando a la conclusión
de que lo único que puede matarme
es tu indiferencia.
Sobrevivo a base de errores,
algunos sin importancia,
y otros que dejan heridas
que no lamerás como antes.
Deja de retroalimentarte
con pensamientos errantes,
pregúntame si quieres respuestas,
mírame a los ojos para
reflejarte.
Y tranquila,
yo no soy tan cruel como el lago
que ahogó a Narciso.
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