Fuego extinto.


Empuñas como último recurso la sencillez
de una armonía capaz de eclipsar a la luna
que esta noche tiñe de gris esta ciudad
que dejaste con cenizas latentes.
Se consume el tiempo en la punta
del cigarro manchado por carmín,
como antorcha al viento comentando
la tormenta que se avecina.
La victoria arde reflejada en el alba
sin el perfume que tus labios dejaron,
y una nana de quebranto queda atrapada
en colinas manchadas por el acero.
En lo oscuro está mi llanto,
madre,
que desesperar siempre fue mi ocupación
cuando el fuego llamaba a mi puerta,
y ahora que sólo queda fogata,
yesca y pedral entre mis manos,
me pregunto si terminaré consumiéndome
en las mismas llamas que un día
provoqué.

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