Hay días y días.

Hay días en los que
el porno no es suficiente
y me limito a hacerme pajas
mentales para pasar el rato,
para darme cuenta de que
Madrid no es el centro
de tu universo
ni del mío.

Que la paciencia pestañeó dos veces cuando te vio pasar
y yo sabía perfectamente dónde me metía.

Porque hay días en los que
me hago daño sin querer
y cuando no, también.
Por eso de no perder la costumbre.

Supongo que lo que me quedan son las ganas
de seguir siendo nómada.

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