De cabeza.



Lo cierto es que se está mejor
con alcohol en la sangre,
porque para quemar la utopía
con la punta de tu cigarro
hace falta suspirar recuerdos,
tener las heridas bien abiertas y 
unas cuantas palabras suicidas.
Y serás la mejor madre para este huérfano verso.

Sin plata ni balas en la recámara
sigo respirando
porque aún tengo cosas que contar.
Quiero movimiento,
un quizás que tal vez pudiera ser.
Ideas que vienen, anidan, se quedan
y no se van.
Porque en este metro cuadrado 
de infinitas inseguridades
queda aún espacio
para algo más.

No me tropezaré con nada que no pueda resolver a solas,
y si colecciono piedras del camino
es por si tengo que ponerlas de nuevo.

A veces con el suelo de cerca se aprecian mejor las cosas.

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