Cuando las musas hablan.

Cuando las musas hablan
no quieres tener cuentas de
cuerpos idílicos o
rostros donde no pasa el tiempo,
necesitas que te susurren al oído
con su gemido particular
el que a veces escuchas en el momento
más inapropiado
y no tienes a mano tan siquiera
una triste servilleta de bar.

Las musas de labios cosidos
retratan cada detalle que tus manos
trazan de grafito,
se esconden debajo de tu lengua
esperan a que entierres 
los pensamientos bajo la piel
para lanzarse a la yugular
y atragantarte con las palabras.
Cegadas de impulso
se abren paso por la sangre
destrozando ideas, recomponiendo
los retales perdidos de ropas viejas
que un día decidiste usar.
Cambiaste tus pies viejos por unos zapatos nuevos
ganaste al cara o cruz lo suficiente
para darte cuenta de que la vida
no es mero azar.


La vida es lo que exprimes entre las manos
aprovechando cada gota del jugo,
porque si hay algo que no
nos enseñan las musas
es a encontrar la otra mitad
de Oriente y
                                                de la naranja.


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