Hay días malos,
están ahí fuera.
Aunque no los veas,
no significa que
no existan.
Y se hace duro
sonreírle a la vida
cuando de
lo que tienes ganas
es de hundir
la garganta en cerveza
y saborear
la vida fuera de tu cabeza,
aunque merece la pena
arañarte el alma
para sentirte,
sobre todo viva.
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