Fuego y arena.


Te quemas y te asfixias por dentro. No aire en este espacio cerrado que son las cuatro paredes de tu habitación. Es tarde para abrir la puerta, aunque haya posibilidad, pero el humo te ciega para encontrar el camino, como el resto del tiempo que permanecías segura en esa burbuja hecha por tí.
Parece que las pupilas que miraba se disiparon con las dudas, que las bombillas del cielo estallaban en mil pedazos y alguno salía volando para cumplir tu deseo. Pero nunca fuiste lo suficientemente rápida, al menos no para pedirlo a tiempo.
El calor a veces ayuda a improvisar, pero eso no siempre se me dio bien. En algunos momentos se necesita algo de hielo que te provoque un golpe con la realidad; nunca es agradable, pero terminas agradeciéndolo con el tiempo.

Que las huellas del ayer son complicadas de borrar,
pero más difícil es hacer que las tuyas palpen la arena.
Que tu piel no es alérgica a mi piel,
pero se vuelve áspera si la toco ahora mismo.

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