Lunes que parecen domingos.



Hay lunes que parecen domingos,
y mi cama aún vacía me mira.
Me sabe el olvido a tus labios.
Un día de estos todo es perfecto,
y no habrá otro remedio que destrozarlo.
Porque no estoy hecha para ocasiones.


Te he buscado por las calles del ayer,
enamorada de una espalda preciosa,
queriendo miradas de ésas que matan
y me devuelven el aliento. 
Llevabas el jersey más gris de la ciudad,
y eso me enterneció.

 
Demasiadas historias pendientes
con cafés de por medio,
pero a veces no estoy hecha para nadie,
ni siquiera para mí misma.
Y por más que te busque no sé qué hacer
si tú no dejas que te encuentre.
Busquemos entre los dos la agridulce solución.   



Siempre eres
y tus circunstancias.



Quiero todas esas noches de domingo
y los lunes de desayuno que te debo.  
Justo cuando empiezo a perderme en tus palabras
te quedas sin nada que decir,
paso toda la noche en tu cabeza
y no eres capaz tan siquiera de decírmelo.


A veces me contagias tu inseguridad para arriesgar,
tanto que se me caen los besos por tu espalda,
sonrisas por doquier
con viajes pendientes al epicentro de tu cuerpo.
Y después desencadenas sonrisas para provocar a las mías,
terminemos por emborracharnos a besos. 
Esta noche sería tuya,
porque no quiero que seas de nadie más.


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