Te miro y tú me miras.



Me cansé de esperarte
en la curva de mi cintura,
soñando con un amanecer
que en tus pupilas no se reflejaban.

Maté las horas pensando en
todas las cosas que
nos quedaron por hacer,
aquellas asignaturas pendientes.

Eramos demasiado jóvenes
como para darnos cuenta
de cuán rápido caminan las agujas
y cómo la piel se nos arrugaba
después de cada verano.
Sonreímos como si fuéramos
quienes descubriesen la pólvora
en cada atardecer,
en la mirada de la otra.

Te resbala delicadeza por la piel,
y mis ojos perennes se clavan
en tus manos, deseando despegar
hacia el lugar más peligroso.
Perder un puñado de sueños
por varios minutos infinitos,
en los que sólo importa que me miras.

En los que sólo importa que te miro.

No hay comentarios: