La
distancia de tu mirada a la mía
y esta
extraña afición a las madrugadas,
a mirar el
silencio contigo,
y dejar
frases a mitad.
Que el
desorden del mundo
vaya en
aumento,
que aquí
entre estas cuatro paredes
estamos
seguras.
Acariciarte
el pelo,
hundir el
peso de mis dedos.
Mirarte en
el espejo,
entre piel
y cristal,
y que se me
derritan
las
caricias que suspiro.
Muerdo las
ganas de verte,
pero más
preferiría
provocar un
incendio esta noche
y que
miremos Roma arder.
Deja de
ladrar, porque
yo soy de
las que prefiere
verte
morder.
La
belleza es caótica
y por
eso tú pareces una loca.
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