Cerrando sesión.


Cuando las lenguas ciegas
quedan amordazadas
comenzamos a beber de
secretos foráneos.
Hay poetas de hambre
y pobres sin nombre,
hombres que no dicen nada
y palabras sin dueño.
Te fumo,
y maldigo estas
noches de presentimientos,
deshojando fantasías
que no llegan a puerto seguro.
Son las abogadas del mar
repletas de soberbia
quienes trovan melodías
a unos oídos que dejaron
de escuchar hace mucho tiempo.

Pero no quiero interumpirlas,
a veces es mejor comerse el veneno.

No hay comentarios: