No hablemos de principios, sino de finales.



Hay primeras veces que no se olvidan,
y  despedidas que te clavan las uñas en la piel.
Este cuadro de errores
está ahora un poco menos sucio,
sin tanta cerveza en mano
y un corazón más apretado.
Las palabras se deshilachan entre tus dientes,
perezosas y desorientadas,
y esta melancolía que contagio
se estropea con tanta frecuencia
que soy la mejor a la hora de
soltar gilipolleces por la boca.
Las dudas hicieron el amor
lamiendo nuestros secretos
y arrancando la velocidad
que golpeaba nuestro pecho.
Y es que esta adicción
a los paracaídas
hace que no exista distancia
de seguridad.

No pienso recordarte con ropa.
Aunque
te quedaba genial ese vestido,
pero ni punto de comparación
con la luz de las velas.

No hay comentarios: