Oktubre.



El primer error fue pensar
que nuestras miradas se atravesaron.
El segundo fue creer 
que era un mérito mío.

No hay tiempo ni razones
para hacer un trato de paz
porque hace tiempo que
la guerra estalló
y cada asalto se libra en ti.

Todavía sigo preguntándome porqué no me has devuelto
                                                                                     el golpe todavía.



En este diluvio de sensaciones
mirar hacia otro lado no ayuda
y las consecuencias no se esconden.

Ya no se compran finales felices,
cada día tengo menos que decir
sobre el roce de la voz y la piel,
el silencio se ha acostumbrado a mí.



Ten cuidado con esas palabras,
a veces pueden cortarte la garganta.

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