Publicado el 28 de agosto, 2013.

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La distancia es para valientes.

Hay que aprender a acelerar
a pintar líneas en la imaginación
cuando no podemos gritar,
y a veces tenemos que frenar
matar el tiempo callando
nuestros labios.
Separemos tu verdad de la mía,
se terminaron las excusas
de usar y tirar
porque lo que necesito ahora
es una resaca en tu cuerpo.
La gravedad tira abajo nuestros planes
toca beberse la ciudad
recordar por lo que hemos pasado
y brindar por un futuro incierto.

Que (te) aproveche(n).

Tablas.

Me encantaría decirte cuánto
siento haber perdido el tiempo,
que podría haberlo invertido
en llevarte a lugares que imaginamos
todas aquellas horas perdidas.

Tuve infinitas oportunidades
de lanzarme a tus brazos,
sé que me habrías agarrado de nuevo.
Y aquí me tienes, echándote de menos,
deseando poder echarte de más.

Hagamos tablas,
recojamos las piezas
y quedémonos igual.
Tal vez, en otra partida,
hubiera surgido un jaque mate
pero no todo es cuestión de estrategia.

Que gane quien lo merezca.

Planta ideas y plantéate razones.



Entre las botellas hay muchas mentiras
y yo siempre naufragué entre ellas.
Atear el horizonte no fue jamás lo mío,
tampoco lo fue aconsejarte de modas
ni zapatos de tacón.
Que este corazón de tempestad
arrastra un otoño distante,
donde tus ojos oceánicos
contemplaban mi ausencia.

Estas noches húmedas
no sé dónde encontrarte
si entre mis muslos
mis dedos
o entre las partes
de esta alma apretada
porque este sueño
no entra ni con calzador.

Las capas se caen,
los superhéroes quedaron
como estatuas griegas
tras la conquista romana,
¿y tú dónde estabas?

Tan sólo quiero que sepas
que las cebollas también lloran.

Hay días y días.

Hay días en los que
el porno no es suficiente
y me limito a hacerme pajas
mentales para pasar el rato,
para darme cuenta de que
Madrid no es el centro
de tu universo
ni del mío.

Que la paciencia pestañeó dos veces cuando te vio pasar
y yo sabía perfectamente dónde me metía.

Porque hay días en los que
me hago daño sin querer
y cuando no, también.
Por eso de no perder la costumbre.

Supongo que lo que me quedan son las ganas
de seguir siendo nómada.

A las tres menos cuarto.

Aquí me tienes
de labios cruzados
y sin pestañear.
Todo el aire de mi pecho
está contaminado
y duele al respirar.
No buceé por la nostalgia,
tampoco era educado
hablar por hablar.
Tejiendo telarañas entre
pensamientos arrinconados
y balas aún sin disparar,
me paro a fumar palabras
que quedaron en lista de espera.

Afilando cuchillos.



Hablemos de defectos y otros miedos
como si fueran ropa sucia
y pudiéramos esconder la mierda
debajo de la alfombra.
Tener las reservas justas para el fin de semana
e intentar sobrevivir con lo puesto.
¿Dónde hay que firmar
para tener la vida resuelta?

Me he dormido a mitad de la película,
pero hasta donde he visto me ha gustado.

Tu sonrisa se fue corriendo
por la misma puerta que los recuerdos
estas putas ganas de llorar no se van
y tampoco el hueco vacío
donde ponías tu cepillo de dientes.
Dejé de comer
dejé de beber
dejé de ahogarme en el tabaco
y dejé el mundo a tus pies,
listo para que lo estrenaras.

Nunca me lo dijiste, pero tampoco pensaste
que soy nueva en esto de interpretar miradas.

Un día volvió el futuro
no trajo ni carcajadas
ni una botella de lejía.
Sólo eran colillas olvidadas
que mintieron para dejar
la cama hecha
y un poco de chino que sobró anoche.

A veces la boca me pierde
pero más me perdía yo en la tuya.