(de) Mente.




Se naufraga siempre

por miedo a creer en uno mismo.

Cada uno elige su vida

y paga por ella

vibrando entre

el individualismo del alma

o la tribu atmosférica.


No hay nada entre

la materia

y el espíritu

que impida una incisión

al lugar más recóndito

 de este universo llamado

egoísmo.


Se colapsan las líneas

de tu mano

y yo

todavía 

sin dar señales.


Losing grip.





Desgarrarme la voz
en el silencio que llevas dentro
que ni yo te oigo
ni tú me oyes
pero las voces nos hablan
murmuran
                                              comentan
la alineación de los astros
en este momento
sabor porcelana.


Pongo los ojos en blanco para evitar

el colapso nervioso que estalla en la punta de mis dedos.


Soy víctima de un naufragio
con el mar en calma
con una utopía bajo el brazo
que una vez prometieron
antes de la huida.
Sigo aquí
con mis fantasmas
buscando un punto diferente
en el cielo
de esta habitación
que cada noche me mira
y me desangra.


No qué cómo exprimir la rutina sin dejar el calendario

bocabajo y con una taza de café en lo alto.



Y estoy con dudas,
no sé si escuchar a los Beatles
o a los Rolling Stones.

Las metáforas bocabajo.


Las ganas se quedaron por el camino,
todo porque soy desorden andante
y a ti te encanta mi caos.
Esta tormenta que guardo
dentro de mi piel
quiere mirarte a los ojos
y verte hasta el alma.


Tengo una lista interminable
de lugares donde me gustaría viajar
y mucha carretera a devorar,
pero las curvas que más me gustan
son las tuyas.
Este corazón está hecho
a prueba de balas, 
acostumbrado a intentar
                           siempre
lo imposible.


Termino clavando las uñas
en la casualidad que estábamos 
esperando,
en el único punto sensible
donde no quería llegar
a no ser que fuera con mis dedos
y un orgasmo en tu garganta.



No estamos tan lejos, las dos vemos la Luna.

(teo)Riza.

La guerra se desató en tu ombligo,
provocando
un homicidio con
sabor a gloria.
Yo jugaba el papel de Perseo
y tú,
sin embargo,
seguías con esa lengua de serpiente
los lunares de mis piernas
con el objetivo de llegar
al jardín de las Hespérides.

Olvida los libros:
la mayoría no son de fiar
y la teoría
definitivamente
no es lo mío.

Cuerpos celestes.



Somos los dos supervivientes
de esta catástrofe
que desencadenó
el aleteo de nuestras 
pestañas.

Contra todo pronóstico
quisiera inyectarme los matices
de tu piel en la mía.


Cada vez que te acercas
sonrío,
me acojono,
y tiemblo
tan sólo de pensar.

Encontrarme con un ojalá más
con tus manos
tus ojos
y media cama aún por llenar
de sentimientos
que colisionaron
en el Big Bang.


Mi habitación es el punto
más frío
de toda ciudad.
Y aquí estás tú,
calentándome los pies.

Puntos de fuga.



Eres lo que pasa
entre el tiempo y el espacio
la espada y la pared
cada pétalo de la margarita
y los dos océanos de Skagen.
Las cicatrices del lenguaje
y esos ojos atlánticos
despiertan preguntas rotas
y abortan
respuestas ciegas
dispuestas a arrancar
páginas en blanco
y las sábanas de un mordisco.


Es hora de incendiar
este caos que provocamos.
Aprieta fuerte
que yo pago los destrozos.


Entre los escombros de mi voz
puedes adivinar
las raíces
de lo que soy ahora.
Los puntos se fugaron
con nuestras inseguridades
y fui yo quien tuvo razón:
el mundo tiene sentido
con menos culpas y más fracasos.



Abramos bien los ojos,
que las piernas ya empiezan a doler.

Imagino que

Te gustan las miradas escondidas
los silencios después de cada beso
las películas de los domingos
la yema del huevo poco hecha
ver formas en las nubes
el incienso por la noche
y huir del sol bajo las sábanas
cuando son más de las nueve.

Pero ni tú sueltas prenda
ni yo me visto con cualquier cosa.
Y lo único que sé es que no estamos de rebajas.

Anatomía.



Fumarnos el atardecer
está muy visto,
y estos ojos están
veinte años más cansados
que cualquier marinero de oficio.

Detrás de este (es)túpido velo
nos arrojamos el silencio
tiemblan mis piernas
y pongo cuerpo a tierra
por si en el último minuto
cae el cielo sobre nosotros.
Puedes quemar el alba
y descoser con agujas,
noche tras noche,
hasta que al tiempo
se le escape un gemido. 


Esta tempestad 
que llevo dentro
busca ser valiente.